Por Mónica Venegas

“¿Cuántos años tienes?”- le preguntaba el hombre a la mujer en su primera cita. Ella, un tanto disgustada ante la pregunta, le respondió: “Bueno, te lo diré después de que me digas cuánto ganas”. ¿Qué sucede con la edad que una de cada cinco personas (hombres y mujeres) miente al respecto? Tengo una teoría. Cuando los años se acumulan, la necesidad de defender nuestra juventud se hace presente. Parece como si cada individuo quisiera un descuento en el tiempo vivido y es tentador jugar con los números, sólo para obtener un trato justo con la vida (según nosotros mismos). ¿Cómo saber qué tanto nos afecta el tema de la edad? Eso depende de cómo reaccionamos cuando alguien nos hace la misma pregunta con la que hoy inicio mi columna: “¿Cuántos años tienes?” Si acaso te queda duda, pregúntate cuántas veces has respondido: ¿Cuántos crees? Y es que existen 2 factores determinantes para querer ocultar nuestra edad: el miedo al rechazo y el miedo a la vejez. Ambos miedos fueron erróneamente inculcados en nuestros hábitos de pensamiento y hoy te voy a ayudar a eliminarlos para siempre de tu vida. Continúa leyendo.
Número vs valor

Entre los 35 y los 70 la mayoría de los hombres y mujeres intentan ocultar su edad al menos alguna vez. ¿Por qué? Los expertos en desarrollo personal lo saben: porque percepción es realidad. Y aunque en el fondo cada uno tenemos una perspectiva diferente sobre lo que significa tener 35, 45 ó 55, la sociedad y los medios de comunicación nos envían un continuo mensaje, a veces obsesivo, de lo importante que es mantenerse joven. ¿El problema? Que creemos que la juventud se mide por los años que tengas. Nada más erróneo y limitante. ¿Por qué? Porque al conocer a alguien nuestro análisis se centra en un número, en lugar de enfocarnos en el valor que esa persona puede aportar a nuestra vida. Y sin querer, rechazamos importantes oportunidades de conocer y conectarnos con seres humanos altamente valiosos. Y todo porque nuestras prioridades y nuestra percepción a la hora de decidir entablar una relación están equivocadas. Déjame decirte que en mis seminarios hay una pregunta que inevitablemente surge después de dar esta explicación: ¿Entonces debemos seguir mintiendo sobre la edad o no? Te respondo. La respuesta no radica en si seguir mintiendo o no. ¡La respuesta radica en dejar de preguntar la edad! El problema no es de quien no dice su verdadera edad, sino de quien insiste en hacerse una imagen de alguien basándose en un número. ¿Qué diferencia hay si alguien se siente mejor quitándose algunos años? ¿Qué importa si alguien miente? Lo que importa es que tú dejes de relacionar de una vez por todas la edad de una persona con su salud o su valor personal. ¡La edad es sólo un número! Si los números no existieran, ¿Cómo sabrías cuántos años tienes? ¿Tiene sentido?

¡Muévete del pasado!

Para la Independencia Emocional la edad emocional se mide por dos parámetros: por el nivel de intensidad con el que te permites vivir cada experiencia y por la capacidad que tengas para moverte rápido del pasado y darle la bienvenida a los cambios. Seamos jóvenes. Hoy te invito a darle next! a la edad de las personas, incluyendo la tuya. Comienza a enfocarte en el inventario emocional de cada ser humano. Comienza a valorar su trayectoria de vida. Comienza a abrazar la posibilidad de conocer más de cerca de las personas y buscar valor en su interior. Porque todos tenemos mucho que aportar ¡Y tú mereces recibirlo!

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