Por Mónica Venegas
Noviembre es el mes de mi cumpleaños. Y como estaré de fiesta, daré algunos regalos a mi Comunidad NEXT! (mantente al pendiente). Uno de ellos es esta columna. Hoy compartiré uno de mis descubrimientos más importantes para lograr lo que nos proponemos, en lugar de regresar al lugar en donde comenzamos una y otra vez. Abróchate el cinturón. ¿Qué entiendes por compromiso? ¿Será necesario comprometernos para lograr nuestras metas? Dicen que una persona comprometida es aquella que cumple con sus obligaciones al grado de sorprendernos, porque vive y piensa con sacar adelante a su familia, su trabajo, su estudio y todo aquello en lo que ha empeñado su palabra. Esto no es necesariamente de admirar. ¿Cuántas veces nos hemos comprometido a ser más responsables con nuestra propia vida? ¿Y te ha funcionado siempre? Quizás no. Y es que todos fallamos alguna vez al tomar decisiones que sabemos que nos afectarán, pero que parece no podemos evitar. Y fomentamos relaciones que no nos convienen, mantenemos hábitos negativos de conducta o ponemos nuestro trabajo en riesgo. Quizá alguna vez te hayas prometido hacer algo sólo para desertar a medio camino. Y luego nos sentimos culpables al creer que no pudimos evitar ser derrotados por circunstancias externas, o peor aún, por nosotros mismos. ¿Por qué es tan difícil lograr nuestras metas aún cuando estamos altamente comprometidos a luchar por ellas? Es simple. Porque hay una gran diferencia entre estar comprometidos y estar convencidos a hacer algo. Comprometernos implica que hay un cierto nivel de dependencia a algo externo que nos controla. Este “control” cuestiona nuestra decisión propia y nos hace rechazar lo obligado. Por el contrario, cuando estamos convencidos, creamos opciones para mantener nuestra palabra. La sensación de libertad al decidir por nosotros mismos genera una fuerza interna que produce una dinámica de enfoque y concentración difícil de desviar. En otras palabras, si estás bien convencido de hacer algo, hasta sin firmar lo haces. ¿Tiene sentido?
Los jóvenes y el compromiso no se mezclan
El tema del compromiso no sólo nos afecta a los adultos. Actualmente, las empresas con quienes trabajo, muestran una alta preocupación a la falta de compromiso de los jóvenes. Estudios muestran que un alto porcentaje de ellos lo rechaza. ¿Debe importarnos? Si, porque lo que están haciendo estos jóvenes en las empresas también lo están haciendo en casa. Nuestros muchachos desertan fácilmente ante cualquier reto. Pareciera que crean su propio mundo, y dejan de escucharnos. No están convencidos de aquello que les decimos. Y no importa cuantos esfuerzos hagamos, parecen no tener efecto. ¿El resultado? Un profundo distanciamiento entre ambos, generado por la falta de entendimiento. ¿Qué podemos hacer?
Hagamos lo que no hemos hecho hasta ahora
Sea en nuestros jóvenes o en nosotros mismos, debemos estar conscientes de que en estas épocas de cambio, no bastará estar comprometidos. El día de hoy tendremos que estar plenamente convencidos que necesitamos adquirir múltiples herramientas para enfrentar los futuros retos exitosamente (que serán cada vez más). Estas herramientas serán nuestros activos no sólo para nuestra vida profesional, sino personal. El mundo ha cambiado, y no importa nuestra actividad, nos exigirá de tomar mejores decisiones para salir adelante. ¿Difícil? No lo creo. Simplemente tendremos que aprender a hacer lo que no hemos hecho hasta ahora: estar convencidos del cambio más rápido que antes y dejar atrás nuestra zona de confort. Más nos vale que lo vayamos asimilando. Así que cuando de lograr tus metas se trate, dale next! al compromiso y dale la bienvenida al convencimiento. Porque nadie quiere sentirse forzado a hacer cosas ¡y tú no lo mereces!
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